Mujeres en Oncología: entrevista a María José Sánchez Pérez, directora científica del ibs.GRANADA
Las mujeres están subrepresentadas en posiciones de liderazgo en investigación
La Dra. M.ª José Sánchez Pérez es actualmente profesora de la Escuela Andaluza de Salud Pública, directora del Registro de Cáncer de Granada y directora científica del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (ibs.GRANADA). Terminó su especialidad MIR en Microbiología en el Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada en 1996, donde tuvo la oportunidad además de realizar su tesis doctoral durante el periodo de Residencia. Pero se dio cuenta de que su verdadera vocación era la investigación en cáncer y ha conseguido desde 2009 liderar un grupo de investigación de excelencia nacional e internacional, entre otras destacadas responsabilidades.
¿Cómo ha vivido la situación y evolución de la diferencia de género desde su etapa de estudiante hasta la actualidad?
Soy la menor de una familia numerosa, en la que todos eran de letras, pero a mí me gustaban mucho las ciencias y las matemáticas. A pesar de que, en mi familia, no hubo ningún médico, demostré desde pequeña una gran curiosidad científica, y mi familia siempre me apoyó para dedicarme primero a las ciencias puras en el instituto y después a la Medicina y a la investigación. En mis años de estudiante, era común que las oportunidades educativas estuvieran más limitadas para las mujeres, en comparación con los hombres. Además, las carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) tenían una baja representación femenina. En cambio, hoy en día, hay una mayor paridad de género en la educación, sobre todo, en el ámbito de las Ciencias de la Salud. Las mujeres participan activamente en muchas disciplinas, incluyendo aquellas que históricamente han sido dominadas por hombres. Además, hay políticas y programas específicos para fomentar la igualdad de oportunidades educativas. En la década de los 80 y 90 las mujeres comenzaron a entrar en el mercado laboral en mayor número, pero tenían obstáculos significativos como la brecha salarial y el techo de cristal. La brecha salarial de género ha disminuido, aunque no se ha cerrado por completo. En conclusión, la diferencia de género ha evolucionado significativamente desde mis años de estudiante hasta la actualidad. Aunque todavía hay mucho trabajo por hacer para lograr una igualdad plena, los avances son innegables y reflejan un cambio positivo en la sociedad.
¿Han marcado su desarrollo profesional las diferencias de género, de alguna manera? ¿Vivió mayores diferencias en el ámbito universitario, clínico o de la investigación?
Pues creo que no demasiado, a diferencia de lo que ha ocurrido en otras mujeres de mi entorno. He tenido la suerte de haber tenido dos mentores excelentes, uno en el campo de la Microbiología y otra en el campo de la Oncología y la Epidemiología del Cáncer, que me han enseñado, me han orientado profesionalmente, y han sido mis modelos a seguir. Creo que mis mentores han sido fundamentales en mi desarrollo profesional. Además, nunca he puesto límites a mis aspiraciones ni a las oportunidades que se me han presentado. Quizás mi propia actitud, mis ganas, mi capacidad de adaptación y resiliencia pueden haber jugado un papel importante en superar los desafíos que he ido encontrando en la vida profesional. Por otro lado, he trabajado en diferentes instituciones con políticas progresistas en cuanto a la igualdad de género, que me han proporcionado un entorno de apoyo. Donde sí he podido encontrar algunas dificultades y barreras debido a las diferencias de género, ha sido con la conciliación de la vida profesional y personal, conciliar la carrera académica y científica con las responsabilidades familiares. Para ascender en la carrera de investigación, hay que dedicar muchas horas de trabajo, que lógicamente hay que restarlas a la vida personal y a la familia, soy consciente de que hay muchas cosas de la vida que me he perdido.
El terreno de la Microbiología y la Epidemiología y la Salud Pública, sobre todo en el ámbito de la investigación, han sido tradicionalmente en los que ha habido más hombres que mujeres y son en los que ha desarrollado su trayectoria profesional ¿Cuál ha sido su experiencia? ¿A qué dificultades tuvo que enfrentarse?
Sí, existen desigualdades de género en las mujeres que realizan investigación en Epidemiología y Salud Pública, al igual que en otros campos de la Ciencia y la Medicina. La falta de modelos femeninos a seguir y mentoras podía limitar las aspiraciones y oportunidades de las mujeres. Claramente las mujeres están subrepresentadas en posiciones de liderazgo en la investigación. Aunque hay muchas mujeres investigadoras, pocas alcanzan puestos de alto nivel como jefas de departamento, directoras de institutos de investigación, como es mi caso, o editoras en revistas científicas importantes. Por otro lado, las investigaciones indican que las mujeres publican menos artículos que sus colegas masculinos y que sus trabajos reciben menos citaciones. Además, es menos probable que las mujeres sean autoras principales o autoras de correspondencia de artículos en revistas de alto impacto.
Las mujeres tienen asimismo menos probabilidades de recibir grandes subvenciones de investigación en comparación con los hombres. Algunos estudios han mostrado que las solicitudes de financiación presentadas por mujeres son aprobadas con menor frecuencia y, cuando son aprobadas, reciben menos fondos. Las investigadoras también enfrentan desigualdades en términos de reconocimiento y premios. Menos mujeres reciben premios prestigiosos y otros reconocimientos por su trabajo en comparación con sus compañeros hombres. Por último, las responsabilidades de cuidado, que aún recaen desproporcionadamente sobre las mujeres, pueden limitar el tiempo y la energía que nosotras podemos dedicar a nuestro trabajo de investigación.
Si hago una valoración personal, creo que, como casi todas las mujeres investigadoras, he tenido que enfrentarme a algunas dificultades, sobre todo, he tenido que hacer un mayor esfuerzo en demostrar mi valía profesional y he tenido que ver comités de evaluación de investigación integrados únicamente por hombres, y cuando te quejabas, te decían que es que no había mujeres que pudieran ocupar esas posiciones de liderazgo. Me gustaría resaltar además que estas desigualdades no solo afectan a las investigadoras individualmente, sino que también tienen un impacto negativo en el progreso científico general, ya que la diversidad de perspectivas y enfoques es crucial para la investigación, la innovación y el avance en el campo del cáncer, y en otras disciplinas. Y, aunque las barreras de género están disminuyendo, es esencial continuar trabajando para eliminar estas diferencias y promover la igualdad en todos los ámbitos de la investigación científica y médica entre hombres y mujeres.
En los equipos de investigación ¿qué perfil es el mayoritario? ¿son menores las trabas a las que deben hacer frente las mujeres que cuando usted empezó?
Actualmente hay una representación más equilibrada de género en los grupos de investigación. Las mujeres estamos cada vez más presentes en todos los niveles, aunque sigue observándose el efecto “tijera de género” (hay más mujeres en niveles iniciales y medios de la carrera, pero a medida que se sube de categoría, el número de mujeres que participan en la carrera investigadora es cada vez menor), con pocas mujeres aún en los puestos de liderazgo, senior y de alta responsabilidad. Esto se traduce en que las aulas y laboratorios estén llenos de mujeres y los despachos, comités y juntas directivas, llenos de hombres. Las mujeres investigadoras tenemos ahora más visibilidad y reconocimiento, lo que sin duda está ayudando a inspirar a más mujeres a entrar y permanecer en el mundo de la investigación en Ciencias de la Salud.
También ha estado al frente de algunos equipos ¿cuál ha sido su experiencia? ¿cree que ha tenido más dificultades que otros profesionales hombres?
Desde el año 2009 dirijo el Registro de Cáncer de Granada, uno de los registros de cáncer de población españoles más antiguos y con más tradición de realizar investigación en epidemiologia, prevención y control del cáncer. Seguí el legado de la doctora Carmen Martinez, oncóloga médica que creó y dirigió este Registro en la Escuela Andaluza de Salud Pública desde 1985 a 2008 en que se jubiló. Supongo que eso me facilitó las cosas, fue un relevo natural y organizado, ella fue una gran mujer con gran reconocimiento profesional en el ámbito nacional e internacional. Desde 2009 también asumí el liderazgo de un grupo de investigación sobre Epidemiología, Prevención y Control del Cáncer, del que me siento muy orgullosa y que ha ido creciendo a lo largo de los años. Está integrado por investigadores de la Escuela Andaluza de Salud Pública, el Instituto de Investigación Biosanitaria (IBS), de Granada, que actualmente dirijo, el CIBER de Epidemiología y Salud Pública y la Universidad de Granada con un perfil multidisciplinar (oncología, epidemiología del cáncer, estadística, economía de la salud, nutrición, epidemiología ambiental, salud pública y psicología). Por otro lado, desde 2020 soy la directora científica del Instituto de Investigación Biosanitaria (ibs.GRANADA) de Granada, acreditado por el Instituto de Salud Carlos III. Soy la única directora científica de los cuatro institutos andaluces acreditados. Aquí no solo dirijo mi grupo de investigación, sino que además tengo la responsabilidad de dirigir a más de 1000 investigadores asistenciales y del ámbito universitario de Granada, y de marcar la estrategia científica del Instituto. Es mucho trabajo, pero al mismo tiempo, una experiencia muy gratificante.
¿Qué le animó a dedicarse a la investigación? ¿Se encontró con dificultades para ello?
Desde niña siempre fui una persona muy curiosa. Me gustaba estudiar y me interesaba todo. Mi hermana mayor, con la que me llevo diez años, recuerda que, siendo muy pequeña, cuando ella estudiaba, yo me sentaba a su lado y le decía, estudia en voz alta que así aprendo yo. Soy médica. Terminé mi especialidad MIR en Microbiología en el Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada en 1996, donde tuve la oportunidad además de realizar mi tesis doctoral durante el periodo de la Residencia. Aunque me gustaba mucho la clínica y las enfermedades infecciosas, conseguí una beca de investigación en un proyecto internacional sobre Virus del Papiloma Humano y cáncer de cavidad oral en la Escuela Andaluza de Salud Pública. Integrarme en un proyecto de estas características, me permitió participar en todas las fases del proceso de investigación (diseño del estudio, trabajo de campo, análisis estadístico y artículos científicos). Fue una situación profesional difícil de asumir, era médico, especialista y doctora, y me encontraba sin contrato laboral, con una beca de investigación del Instituto de Salud Carlos III. Nadie lo entendía, porque como Facultativa Especialista de Área, ganaba mucho más dinero y parecía más acorde a mi carrera profesional. Pero me gustaba lo que hacía, así que continué mi formación en Epidemiología del Cáncer e Investigación Clínica y me di cuenta de que mi verdadera vocación era la investigación en cáncer. El hecho de trabajar en un grupo de investigación multidisciplinar de ámbito internacional me abrió muchas puertas en el campo de la investigación y desde 2009 soy yo la que lidero un grupo de investigación de excelencia nacional e internacional. No ha sido fácil, pero dedicarse a la investigación necesita mucho esfuerzo y horas de dedicación, pero confieso que me apasiona lo que hago y disfruto trabajando para prevenir el cáncer y ayudar a las personas con cáncer.
¿Piensa que todavía queda mucho camino por recorrer en la conciliación laboral-familiar? ¿Cuáles son las medidas que deberían implementarse?
Sí, aunque se han logrado avances significativos en la conciliación laboral-familiar, todavía queda mucho camino por recorrer y es necesario implementar y mejorar diversas medidas para abordar los desafíos persistentes. Las mujeres todavía asumen una parte desproporcionada de las responsabilidades de cuidado y tareas domésticas, lo que puede limitar su disponibilidad y avance profesional. Por otro lado, la falta de flexibilidad en los horarios laborales puede dificultar la conciliación, especialmente en puestos que requieren presencia física prolongada o disponibilidad continua. Las políticas de trabajo flexible, licencias parentales adecuadas, servicios de cuidado infantil y una cultura organizacional de apoyo creo que son esenciales para lograr una verdadera conciliación y permitir que, tanto hombres como mujeres, puedan equilibrar sus responsabilidades laborales y familiares de manera efectiva. Las instituciones y empresas que adopten estas medidas seguramente estarán mejor posicionadas para atraer y retener talento y promover un entorno de trabajo inclusivo y más equitativo. También se deberían establecer programas de mentoría en ciencia, tecnología e innovación, con un enfoque de género. Para conseguir la igualdad en el siglo XXI, se deben establecer medidas efectivas que garanticen la conciliación familiar y laboral, incentivando el reparto equitativo del cuidado de los más pequeños y mayores, y de las tareas del hogar. Además, se necesitan controles que impidan salarios para los investigadores superiores a los de las investigadoras y un sesgo masculino en la selección de puestos de responsabilidad. También, las evaluaciones de méritos deben premiar el esfuerzo que implica compatibilizar ciencia y maternidad, para que ser investigadora y madre sume, y no suponga competir en desventaja.
En alguna ocasión ha dicho que “el hecho de trabajar en un grupo de investigación multidisciplinar de ámbito internacional me abrió muchas puertas en el campo de la investigación y desde 2009 soy yo la que lidero un grupo de investigación de excelencia nacional e internacional”. ¿Ha sido ese el paso que más ha marcado su trayectoria?
Sin lugar a dudas, liderar un grupo de investigación y haberlo llevado a la excelencia científica es el paso que más ha marcado mi trayectoria científica. Trabajar en equipo y de forma colaborativa con otros grupos de investigación internacionales y nacionales, y estar integrados en las máximas estructuras de investigación de este país, los Centros de Investigación Biomédica en Red (CIBER) y los Institutos de Investigación Biosanitaria, es sin duda una garantía de éxito que te permite crecer más como grupo de investigación. Ahora mi responsabilidad es mentorizar a los investigadores más emergentes y dar su espacio a los investigadores más senior, para que puedan liderar sus propias líneas de investigación.
Recientemente ha obtenido el primer puesto en Andalucía y la decimotercera posición a nivel nacional en la segunda edición del Ranking de investigadoras españolas y extranjeras que trabajan en España, publicado por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). ¿Cómo lo valora?
Esto ha ocurrido tras casi 30 años de mucho trabajo, entusiasmo y dedicación. Previamente en el año 2018, fui incluida en la lista de Investigadores Altamente Citados, siendo una de las investigadoras más citadas del mundo. Mantenerse ahí es muy difícil y solo es posible si te gusta mucho lo que haces, tras muchos años de intenso trabajo, y teniendo detrás un grupo de investigación de excelencia. La ciencia necesita mujeres referentes y líderes. Siento orgullo y satisfacción, pero tengo que reconocer que este reconocimiento no es solo mío, sino del grupo de investigación que tengo la suerte de liderar y de las instituciones que represento: la Escuela Andaluza de Salud Pública, el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (ibs.GRANADA) y el CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP). Insisto en que no es más que el reflejo del trabajo multidisciplinar de los investigadores e investigadoras que trabajan conmigo, o mejor, yo con ellos. Y ojalá este reconocimiento sirva para despertar y fomentar nuevas vocaciones científicas entre las niñas y jóvenes, porque necesitamos mujeres sin límites para la ciencia del futuro.
¿Cómo le gustaría que fuera recordada su paso por la investigación? ¿Qué aspectos destacaría especialmente?
Para mí es muy importante que la investigación que hacemos se transfiera y llegue a la práctica clínica, a las políticas públicas, y a la sociedad, si no, lo que hacemos no tiene sentido. Por ello, cada vez dedico más tiempo a la divulgación científica y a contar lo que hacemos a los pacientes y a la ciudadanía, en general. La Organización Mundial de la Salud estima que aproximadamente el 40% del total del cáncer podría prevenirse si la población mantuviera estilos de vida saludables (no fumar, no beber alcohol, dieta saludable, ejercicio físico, …). Mi objetivo por tanto es la prevención del cáncer, porque creo que es la estrategia más costo-efectiva a largo plazo para esta enfermedad. Por otro lado, quiero dejar un futuro mejor para las niñas y mujeres que quieren dedicarse a la investigación en Biomedicina. Cada vez más mujeres se dedican a la investigación científica, pero sigue habiendo una profunda brecha de género en los puestos de responsabilidad en este sector. Aunque el porcentaje de investigadoras en España sube hasta el 42% -según el último informe del Ministerio de Ciencia-, solo una cuarta parte de los puestos de toma de decisiones están representados por mujeres. Estoy segura de que no habrá un futuro mejor si no sumamos el talento de las mujeres a la investigación.
¿Qué líneas de trabajo tiene previsto desarrollar próximamente?
Actualmente estamos empezando a desarrollar dos líneas de investigación novedosas: Una sobre la influencia de los efectos biológicos del estrés, medido a través de la carga alostática (refleja la carga fisiológica acumulada del estrés crónico experimentado por el organismo a lo largo del tiempo, reflejada en biomarcadores de los sistemas neuroendocrino, inmunitario y cardiometabólico), en el riesgo y la supervivencia del cáncer. Creemos que la carga alostática podría ser un biomarcador prometedor empleado en la prevención personalizada y la detección precoz del cáncer. Y, otra, sobre la evaluación de la exposición a mezclas de metales pesados, microplásticos y otros contaminantes persistentes con el riesgo de desarrollar cáncer, teniendo en cuenta la susceptibilidad genética. Por otro lado, seguimos con la línea de investigación reciente sobre desigualdades socioeconómicas en los indicadores epidemiológicos del cáncer (incidencia, prevalencia y supervivencia) y como la mayor adherencia a las guías de práctica clínica influye en la supervivencia de las personas con cáncer.
¿Qué avances en el mundo de la Oncología le gustaría poder vivir? ¿En qué líneas prioritarias se debería apostar, en su opinión?
La respuesta es fácil. Lógicamente me gustaría poder vivir la cura de todos los tipos de cáncer y, sobre todo, la cura del cáncer infantil. Mi sueño científico es que no muera más ningún niño ni ninguna niña con cáncer. El cáncer es un problema importante de Salud Pública, con una alta morbimortalidad. Según los datos de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, en general, el número de casos nuevos de cáncer está aumentando. Pocos son los cánceres, para los que se observa una disminución del número de casos nuevos de cáncer, como el cáncer de pulmón o laringe en los hombres, por el descenso de la prevalencia del consumo de tabaco en los hombres en la población. Lo contrario de lo que observamos en las mujeres, en las que están aumentando los cánceres relacionados con el tabaco. El cáncer es una enfermedad que aumenta a medida que aumenta la edad y dado que la población es más envejecida (ha aumentado la esperanza de vida de las personas), estamos viendo más casos de cáncer. Sin embargo, sabemos que este no es el único factor que contribuye y que se observa un aumento del riesgo de desarrollar cáncer, la incidencia, debido a otras causas Pero claro, el cáncer no es una única enfermedad, sino un conjunto de enfermedades, existen entre 150-200 tipos de cáncer. Y el cáncer es una enfermedad multifactorial, entre 5-10% de los casos se deben a causas genéticas y entre un 90-95% a causas como el tabaco, alcohol, la obesidad, el sedentarismo, la dieta poco saludable, las infecciones, la exposición solar, etc.
Por otro lado, cada vez hay más prevalencia cáncer, no solo porque se diagnostican más casos nuevos de cáncer, sino también porque la gente que ha sido diagnosticada de un cáncer vive más, por lo que no solo ha aumentado la incidencia, sino también la supervivencia de cáncer. Ante este escenario, en mi opinión las líneas prioritarias en investigación por las que se debería apostar son: la prevención del cáncer, tanto la prevención primaria, como la detección precoz y la prevención secundaria, los largos supervivientes de cáncer, la Medicina personalizada (desde la prevención al diagnóstico y tratamiento) y el cáncer en las personas jóvenes (20-49 años).