Científicos granadinos promueven un estudio pionero sobre la menstruación
Un equipo de investigación compuesto por investigadores del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada y la Universidad de Granada está realizando un estudio pionero sobre la sangre menstrual. Hoy por hoy apenas existen datos fiables sobre el contenido del flujo que las mujeres en edad fértil producen y liberan cada 28 días -más o menos- a través de sus vaginas. Para Enriqueta Barranco y Olga Ocón, ginecólogas y corresponsables de este innovador estudio, los motivos de este desconocimiento son dos: en primer lugar, el desinterés que, en general, despiertan muchos asuntos femeninos en la ciencia y, en segundo lugar, la dificultad para analizar una sangre que habitualmente se recoge con dispositivos absorbentes desechables como compresas y tampones. En los últimos años, dos cosas han cambiado: por un lado, afirman las profesoras de la Facultad de Medicina, en las consultas se escuchan cada vez más las quejas de mujeres que aseguran experimentar menstruaciones extraordinariamente abundantes y prolongadas; por otro, la extensión en el uso de la copa menstrual, un dispositivo que sustituye a los absorbentes y permite recoger íntegra y limpiamente la menstruación.
A través de las redes sociales, las investigadoras han reclutado a más de un centenar de voluntarias de toda España que se han comprometido a guardar y enviar su sangre menstrual al Biobanco del Sistema Sanitario Público de Andalucía, ubicado en el centro de Investigación Biomédica del Campus Tecnológico de la Salud y con sedes en los hospitales granadinos. La recogida de muestras comenzó a primeros de mayo y el estudio se prolongará durante seis meses.
La investigación comprende varios aspectos. Por un lado, se medirá el volumen de la menstruación. En ese sentido, explicó la doctora Ocón, hay indicios que apuntan a que, efectivamente, las mujeres, independientemente de su edad, sangran ahora más que antes. Según la Sociedad Española de Obstetricia y Ginecología, el volumen medio normal es de 80 centímetros cúbicos a lo largo de todos los días del periodo, y la Organización Mundial de la Salud lo calcula en 100 cc, pero un estudio realizado en 2013 entre usuarias de compresas y tampones lo cifró en 175 cc, mientras que una investigación piloto dirigida por este mismo equipo en usuarias de copa menstrual dio como resultado una media de 200 cc.
En segundo lugar, se analizará su composición y, en concreto, la posible presencia de sustancias químicas. Para estas ginecólogas, una hipótesis que podría explicar el aumento del sangrado es la acción de contaminantes orgánicos que se comportan como disruptores endocrinos: se trata de productos químicos presentes en nuestro medio ambiente -plásticos y derivados, detergentes, plaguicidas o cosméticos, entre otros- que inducen alteraciones hormonales en el organismo. El profesor de la UGR Nicolás Olea, Director Científico del ibs.GRANADA, dirige uno de los grupos más activos de Europa en el estudio de estos compuestos, entre los que se encuentran los ftalatos -que se añaden a los plásticos para dotarlos de flexibilidad-, los parabenos -usados para ampliar la caducidad de algunos cosméticos e impedir que se contaminen por hongos y otros gérmenes- o las benzofenonas, presentes en los filtros ultravioleta.
«Hay múltiples estudios epidemiológicos que relacionan la exposición a estas sustancias con riesgos concretos para la salud, entre ellos infertilidad o cáncer, aunque la evidencia no es tan fuerte en el caso de exposiciones crónicas a bajas dosis y múltiples sustancias, por lo que son necesarios más estudios que aporten evidencia más robusta», explica Olga Ocón. Por ello, el doctor Olea y su equipo formarán parte muy activa en esta investigación auspiciada por la Cátedra de Investigación Antonio Chamorro-Alejandro Otero de la UGR.
Encuesta epidemiológica
Las investigadoras están muy agradecidas a las voluntarias, que, además de tomarse la molestia de recoger y guardar durante varios días la menstruación de forma desinteresada, deberán responder a una exhaustiva encuesta epidemiológica sobre estilo de vida, alimentación y entorno. La única condición es que sean mujeres sanas y que no utilicen anticonceptivos hormonales. Aunque han recibido ofertas desde el extranjero, las han rechazado por motivos logísticos. «Las mujeres se han sentido muy útiles, porque es un problema que ellas viven día a día y por el que apenas se les pregunta», señala Barranco.
Las ginecólogas esperan, además, reclutar en Granada y su entorno voluntarias que se presten a someterse a una extracción de sangre periférica en su centro de salud, para poder compararla con la sangre menstrual.
Aparte de la incomodidad, una regla demasiado abundante y prolongada favorece la ferropenia y la anemia, problemas que presentan muchísimas mujeres en edad fértil y que se traduce, fundamentalmente, en cansancio. En un 90% de los casos a las mujeres que refieren sangrados fuertes y dolorosos se les prescriben anticonceptivos hormonales, que eliminan el periodo menstrual. «Es una medicalización de la vida de la mujer», lamenta Barranco.