El ibs.GRANADA a la vanguardia médica de Andalucía
El Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada es uno de los principales centros de investigación médica de la región, con 850 investigadores vinculados Equipos de investigación que trabajan en la misma ciudad y en el mismo ámbito, pero que se enteran de en qué están trabajando los demás cuando aparece su experimento publicado en una revista internacional.
Puede sonar a broma, pero es una situación mucho más frecuente de lo que parece. El mito del sabio aislado en su torre de marfil está muy presente en el mundo científico. Precisamente para evitar ese tipo de situaciones aparecen iniciativas como el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada. “La gente trabajaba de forma aislada, sin estar vinculada”, explica el director científico del Instituto, el catedrático Nicolás Olea, que señala que el Instituto se crea como un punto de encuentro para fomentar las relaciones entre los distintos grupos de investigación y hacer posible la colaboración entre equipos. Un objetivo que se venía buscando desde hacía años pero que no era posible sino existía la estructura para llevarlo a cabo.
No es el único reto, también se trata de trasladar los resultados al día a día de la atención a los pacientes en los hospitales. “La investigación clínica y la población deben estar unidas, tiene que ser capaz de aportar esos recursos”, explica Olea. La misión es aplicar los procedimientos a los pacientes de Granada, que todas las investigaciones estén relacionadas con el día a día de las necesidades médicas de la población. La ciudad siempre ha tenido una larga historia de investigación relacionada con la investigación médica que siempre estuvo muy vinculada a la práctica clínica en los hospitales. Gracias al Instituto se han creado flujos bidireccionales con los proyectos de investigación básica, que ahora comparten han hecho posibles desde los grupos de investigadores adscritos al instituto.
Muchas de estas investigaciones ya se han están aplicando en los centros de salud granadinos. Así, por ejemplo, 300 pacientes infectados con virus del VIH o de la hepatitis han podido tener hijos sin transmitir la enfermedad gracias a técnicas de lavado de semen. O se ha podido desarrollar un fármaco capaz de actuar contra las células madre que inician el cáncer. Se han creado córneas artificiales para tratar a pacientes con degeneración ocular. O se ha podido producir piel por primera vez a partir de células madre de cordón umbilical. Un sistema inteligente, que ya está funcionando en pruebas, permite monitorizar de manera exacta la administración de medicamentos a los pacientes. Estos tres avances médicos tienen mucho en común. Además de responder a investigaciones realizadas en Andalucía, los tres han surgido, o han tenido apoyo, del Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada, una institución muy joven pero que ya ha conseguido ponerse a la vanguardia de la investigación médica en Andalucía.
Este instituto inició su andadura oficialmente en el verano de 2013. Desde prácticamente un año atrás habían estado convocando a todos los grupos de investigación relevantes que estaban operando en la Universidad de Granada y en los distintos centros sanitarios públicos. Este es el objetivo principal que persigue un centro de estas características: convertirse en un referente y en un punto de encuentro para los investigadores. De este modo se pueden sumar esfuerzos y compartir conocimientos que pueden hacer avanzar exponencialmente el alcance de la investigación.
En el punto de mira están las enfermedades y tratamientos médicos con mayor incidencia en la región. Desde la lucha contra el Sida hasta los últimos avances contra el cáncer, pasando por el desarrollo de técnicas de reproducción asistida cada vez más fiables y seguras. El Instituto agrupa un equipo multidisciplinar de científicos formado por 856 investigadores de distintos campos. Trabajan bajo las órdenes del profesor de la Universidad de Granada Nicolás Olea, que ostenta el cargo de Director Científico de la Institución desde su puesta en marcha. Para este año 2015 cuenta con un presupuesto total superior a los 8,3 millones de euros. La organización del centro se basa en cinco grandes áreas de investigación que se subdividen a su vez en 75 grupos de trabajo diferentes. De ellos, 57 tienen la consideración de consolidados, dado el volumen y la calidad de las investigaciones publicadas y 11 son emergentes. “Es decir, están formados por investigadores que acaban de iniciarse en este campo, pero que están llevando a cabo investigaciones muy prometedoras”, señala Olea. El resto son grupos asociados al instituto.
De las líneas de investigación, una de las prioritarias está dedicada al estudio del cáncer, desde un punto de vista multidisciplinar. No hay que olvidar que fue Granada una de las primeras provincias en contar con un registro de casos de cáncer que hoy funciona como una referencia a nivel europeo en el estudio de la enfermedad y la incidencia de los distintos tipos de tumores según los grupos de población. La segunda línea se ocupa de las enfermedades sistémicas, cardiovasculares y neurológicas. La tercera trabaja con las enfermedades hepáticas, digestivas e infecciosas. La cuarta se encarga de las enfermedades endocrinas y metabólicas. Por último existe un área técnica que se encarga de las terapias avanzadas y las nuevas tecnologías biomédicas. Una vez conseguida la acreditación con el Instituto Carlos III, el Instituto abrirá una nueva etapa para reevaluar la labor científica que se ha llevado a cabo. “Ver si hay carencias o si tenemos que reestructurar los grupos de investigación”, señala Olea.
El centro cumplirá este 2015 su tercer aniversario. Fue creado el 14 de marzo de 2012 por un acuerdo entre la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, la Universidad de Granada, el Servicio Andaluz de Salud y la Fundación Pública para la Investigación Biosanitaria de Andalucia Oriental – Alejandro Otero. Esta fundación, creada en el año 2006, ejerce como órgano de gestión del Instituto. Fue a través de ella que se realizó, tras la puesta en marcha del Consejo Rector en julio de 2012, la primera convocatoria para los grupos de investigación que estuvieran interesados en participar de esta iniciativa. Los requisitos incidían en la importancia de las investigaciones. Sus responsables debieron acreditar las publicaciones asociadas y la relevancia que habían alcanzado en el mundo científico. El Instituto basa en la excelencia buena parte de su fuerza y en este sentido se apoya en las publicaciones científicas y en la relevancia que alcanzan. “En estos años, pese a la crisis, hemos conseguido mantener y consolidar el número de publicaciones en revistas científicas”, explica Olea.
El proceso de acreditación en el Carlos III, un paso de futuro Si se habla de Investigación Sanitaria, el instituto Carlos III es la gran referencia. Todos los centros que se ocupan de esta rama tienen que recibir su acreditación. El Instituto Biosanitario de Granada se encuentra estos días cerrando el proceso, en el que deben demostrar, entre otros puntos, que cumplen los parámetros exigidos para mantener la calidad de las investigaciones realizadas y que cuenta con todas las áreas de control técnico requeridas y en pleno funcionamiento. Los responsables del centro esperan que el proceso esté concluido la próxima primavera. Actualmente hay 18 centros de investigación acreditados oficialmente en toda España. En Andalucía existen institutos similares en Sevilla, Córdoba y Málaga. Estar acreditado por esta institución hace posible el acceso a los programas de financiación estatal.
La importancia de la transferencia
Parte del reto de la producción científica pasa por ponerlo a disposición de quienes pueden hacer un uso práctico de esos conocimientos y tecnologías. “La transferencia es clave para el proceso de acreditación”, explica Olea. El procedimiento más conocido por el que se realiza es mediante el proceso de patente o de licencia de uso de una tecnología o un procedimiento, pero no es el único. Otra forma de transferencia importante pasa por la elaboración de guías prácticas para el uso en clínicas.
Se trata, por ejemplo, de indicar qué factores deben tenerse en cuenta a la hora de diagnosticar y tratar una dolencia. “Es una forma clara en la que los conocimientos adquiridos en la investigación se aplican de manera práctica”, explica Olea. El tercer tipo de transferencia es el que suele pasar más desapercibido, pero eso no quiere decir que no ocurra con frecuencia. Es el que se basa en la redacción de informes técnicos sobre un área. “Es una manera de que los conocimientos adquiridos pasen a formar parte de la doctrina”, señala Olea, que pone como ejemplo el Biobanco de leche materna de Granada. Investigadores del Instituto han analizado la calidad y la composición de las muestras que se donan con el objetivo de que se puedan regular las condiciones en las que se presta este servicio, con idea de que pueda aplicarse en toda España.